EL HALO DEL TIEMPO SOBRE MI CABEZA

A veces me pregunto por qué me costaba tanto trabajo dejar el pasado en el pasado, una vez que me encontraba motivada revisando fotografías viejas para liberar un poco de espacio en mi galería, cada imagen me llenaba de recuerdos en los que creí ser feliz, en los que la ilusión y la juventud se desbordaba por cada poro de mi piel, me puedo dar cuenta lo ingenua que fui y lo mucho que permití que me hicieran daño, me encontraba aferrada, a las personas, a las situaciones, a los lugares que creía me harían feliz.

Apretaba las manos agarrándome fuerte para no caerme al vacío de lo desconocido, y cuando por fin me decidí a soltar físicamente, alguna parte de mi mente se quedó atada a ese pasado, pensando en lo que no fue, pero que pudo ser, atada a esa dolorosa ilusión que alguna vez tuve pero que ya jamás volverá.

Dolorosamente esa idea en mi cabeza taladra recordándome que jamás logré nunca nada de lo que quería, inclusive deseándolo con todas mis fuerzas, a pesar de haber hecho hasta lo imposible por lograrlo, fue el golpe de realidad más grande que tuve que enfrentar. No sé si guardaba todos esos recuerdos con el afán de torturarme o con la intención de comprender que la vida se nos escapa entre los dedos mientras nosotros nos aferramos a la infelicidad del momento aspirando la dicha anhelada, creyendo que no importa el dolor y el sufrimiento desmedido que estemos soportando, algún día, algún día se me hará justicia y lo lograré, pero resulta que ese día jamás llega, mientras que el tic tac del reloj continua avanzando sin darte ni un solo minuto, el tiempo no te regala más vida, solo te regala sabiduría para no cometer los mismos errores, el problema es cuando la mente se encuentra viviendo en el pasado y no en el presente, se nos vuelve muy complicado poder aceptar el error, perdonarlo, abrazarlo, soltar y avanzar.

Mi abuela me decía que no debía quedarme en donde me hacían daño, desde niña me notaba ese orgullo, de querer salirme con la mía así me destruyera emocional y físicamente, con tal de demostrarme a mí misma que podía lograrlo, simplemente era esa sed de reconocimiento que nunca tuve y que estaba buscando de la manera equivocada.

Cuando estaba en lo más profundo del pozo de mi fracaso pensé: ¿y ahora qué?, la respuesta fue fácil, el miedo se había ido, por fin podía descansar, tenía la oportunidad de comenzar de nuevo, desde donde yo quisiera, a la hora que yo quisiera y está vez sin tantas expectativas que entorpecieran mi camino, sin afán, eligiendo el autoanálisis, preguntándome constantemente el verdadero por qué de las cosas que estoy haciendo, ¿cuál es la verdadera motivación que se esconde detrás?, ¿es mi verdadero deseo o es el deseo de alguien más?, lo hago porque realmente me gusta o porque tengo sed de reconocimiento, el cual, por supuesto, no tiene nada de malo, todos anhelamos reconocimiento en diferentes medidas y por diferentes causas, siendo así, de suma importancia entendernos a nosotros mismos, conocernos y auto descubrirnos como si fueran las tierras más maravillosas que nunca nadie ha podido ver, las tierras de nuestra consciencia.

El día de hoy despues de tanto, me doy cuenta que guardar recuerdos puede ser una linda decisión para conservar mis amadas experiencias y que puedo cuando quiera eliminar todo aquel recuerdo que me haga sentir mal o incomoda, porque a final de cuentas no hay nada que pueda torturarme si yo no lo permito, ni si quiera un recuerdo.

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